Cofundador de Think Ahead
En Virtus, nuestro colegio británico especializado en la etapa A-Levels, nos sentimos muy orgullosos de poder ayudar a nuestros alumnos a desarrollar el pensamiento crítico en el aula, dotándolos de las herramientas necesarias para tomar el control sobre su presente y su futuro y tomar sus propias decisiones basándose en un profundo conocimiento de cualquiera de las cuestiones que tienen incidencia en sus vidas como miembros de la sociedad. Con esta premisa en mente, entre los meses de noviembre y mayo, pusimos en marcha el proyecto Carbon Footprint (‘huella de carbono’).
Este innovador proyecto, cuyo objetivo práctico ha sido la creación del esqueleto de una app para medir la huella de carbono (es decir, la cantidad total de dióxido de carbono que genera un individuo durante un determinado período de tiempo) ha sido uno de los retos más fascinantes a los que los estudiantes del bachillerato británico se han enfrentado a lo largo del curso 2020-2021, apoyados siempre por el equipo docente, de quienes han recibido varias sesiones de formación y un seguimiento absoluto en la ejecución de cada fase del proyecto.
El proyecto Carbon Footprint, que ha tenido muy buena acogida por parte de los alumnos de Virtus, surgió con la intención de involucrar a todos los estudiantes del centro en un proyecto común, que además guardase relación con la actualidad, que fomentase el pensamiento crítico en el aula, el trabajo de equipo y la adquisición de competencias y habilidades clave, presentes en el currículo oficial para esta etapa educativa.
¿Cuáles han sido los principales objetivos del proyecto y cómo hemos trabajado con nuestros alumnos para conseguirlos? Veámoslo.
Hoy en día, no es inusual que cualquier persona, más aún en la etapa de la adolescencia, tenga ideas preconcebidas sobre temas que afectan a la sociedad en su conjunto, y mucho más si se trata de cuestiones tan en boga como el desarrollo sostenible o la educación medioambiental.
Es por este motivo que uno de los objetivos básicos del proyecto Carbon Footprint fue dotar a los estudiantes de herramientas que realmente les permitieran abordar este tema desde una perspectiva crítica, basada en un profundo conocimiento sobre la materia y en la búsqueda de la verdad a través de una investigación científica llevada a cabo en primera persona por los alumnos.
Todas las tareas del proyecto han estado fuertemente marcadas por la premisa de que cada una de ellas debía realizarse sobre la base de una investigación científica sólida y fiable, que reflejase tanto datos cualitativos como cuantitativos, para lo cual los estudiantes han tenido que poner en prácticas sus habilidades de investigación científica y su capacidad de análisis.
Además, los alumnos han recibido formación práctica para aprender a programar en Python, el lenguaje de programación más utilizado en el ámbito del Big Data, y han tenido ocasión de crear su propio modelo de análisis para medir la huella de carbono, así como de desarrollar sus habilidades de investigación científica para determinar las variables que afectan a la huella de cada individuo, y extraer y analizar datos reales usando un procedimiento idéntico al que utilizan organismos nacionales e internacionales.
Uno de los principales objetivos de la experiencia educativa del proyecto Carbon Footprint ha sido el desarrollo de la capacidad de trabajo en equipo de una manera eminentemente práctica. La premisa fundamental era que participaran todos los alumnos y que los grupos tuvieran colaborar entre ellos, lo cual supuso un trabajo de coordinación muy exigente para los estudiantes. Se procedió a la asignación de los alumnos del centro a 4 equipos de trabajo, con el objetivo de que cada grupo construyese una pieza fundamental del proyecto.
A la hora de asignar a los estudiantes a cada equipo se tuvieron en cuenta las asignaturas en las que estaban matriculados los alumnos, su relación con los aprendizajes derivados de cada fase y los distintos perfiles académicos y personales de los alumnos, conectando con nuestra máxima de la ofrecer una educación completamente personalizada, conociendo a fondo quién es cada alumno, y cuáles son sus necesidades formativas y aspiraciones académicas. Todos los estudiantes recibieron una exhaustiva formación específica por parte de los mentores para completar su parte del proyecto.
Esto ha derivado en una experiencia educativa única, que sin duda ha servido como vehículo para la adquisición de habilidades fundamentales para el futuro profesional de los estudiantes, con varios grupos trabajando de forma colaborativa, manejando fechas de entrega y realizando presentaciones para todo el equipo, en un proyecto que ha simulado en todo momento los flujos de trabajo de una empresa real. Para ello, los participantes en el proyecto utilizaron Slack, una de las herramientas colaborativas de gestión de proyectos más potentes del mercado, utilizada por más de 750.000 empresas.
Otra de las premisas fundamentales del proyecto Carbon Footprint era que todos los alumnos presentaran, al menos una vez, el resultado de su trabajo y el de su equipo delante de sus compañeros y el equipo docente, con el objetivo de trabajar y poner en práctica esta competencia esencial en su futuro académico y profesional.
Al finalizar cada fase del proyecto, el grupo o grupos encargados de las distintas tareas ha tenido ocasión de presentar sus conclusiones delante de todos los participantes del proyecto.
Todos los alumnos han desarrollado una conciencia de cuáles son los estándares de comunicación para dar una presentación excelente, han perdido ese ‘pánico escénico’ tan común entre los alumnos de esta etapa educativa y han mejorado cualitativamente sus habilidades de exposición oral.
El hecho de que todos los alumnos hayan tenido ocasión de recoger de forma estadística, medir y analizar tanto sus propios actos cotidianos con respecto a las emisiones de CO2 como los de sus compañeros, les ha servido para concienciarse profundamente sobre este tema que ya está afectando a su presente y que sin duda va a afectar a su futuro.
Esto les ha otorgado la oportunidad de mantener conversaciones realmente objetivas y ciertamente enriquecedoras, a un nivel muy por encima del de estudiante medio de bachillerato, sobre cuestiones tan importantes como la posible disparidad entre sus propios comportamientos y contextos (Virtus, Madrid, España) en comparación con otras ciudades y naciones, o las medidas que pueden tomar los ciudadanos y los gobiernos para avanzar hacia el desarrollo sostenible y frenar la amenaza del cambio climático.
El proyecto Carbon Footprint ha estado dividido en 3 fases, que culminaron en un debate final con todos los participantes. Veamos en qué consistió cada una de ellas.
En esta primera fase, la carga de trabajo recayó sobre los integrantes del equipo de trabajo que denominamos ‘Grupo 1’, compuesto por alumnos con perfiles de ciencias, que estudian los A-Levels de Chemistry o Biology, y que además tienen gran interés por este tipo de temáticas.
Los alumnos del Grupo 1 llevaron a cabo una rigurosa investigación de las variables que influyen en la huella de carbono, siempre guiados por un mentor especializado en asignaturas de la rama científica. Su objetivo fue definir qué variables se iban a tener en cuenta para la creación del formulario y la app, encontrar factores de conversión de un tipo de variable a toneladas de CO2, y construir un modelo para las tres categorías de variables especificadas en el briefing de trabajo: viajes, estilo de vida y vivienda.
El denominado ‘Grupo 2’, en su totalidad compuesto por perfiles científicos y matemáticos, tuvo la oportunidad de ampliar y poner en práctica sus conocimientos sobre programación en un contexto real de trabajo.
En paralelo a la fase 1, los integrantes del Grupo 2 recibieron una exhaustiva formación especializada de programación en Python de 18 horas de duración, impartida por uno de los mentores de Virtus, que cuenta con más de 30 años de experiencia laboral en el manejo de este software. De este modo, pudieron adquirir los conocimientos necesarios y específicos para trabajar en el proyecto, además de ampliar sus conocimientos generales de programación para adquirir confianza y soltura en esta competencia.
Más adelante entró en juego el Grupo 3, formado por alumnos con perfiles variados. Se les asignó la tarea de crear un formulario a partir de la investigación llevada a cabo por el Grupo 1, habiendo recibido previamente una sesión de formación por parte de su mentor para la creación de formularios con Google Forms.
Una vez creados estos formularios, los integrantes del Grupo 3 fueron los encargados de enviarlos a todos los participantes en el proyecto para que los completaran, y posteriormente extrajeron los resultados y los compartieron con el Grupo 2 que, habiendo recibido ya la formación necesaria, fueron capaces de crear un modelo de análisis de datos en Python con los datos que habían recibido de sus compañeros. Al finalizar esta fase, los alumnos pertenecientes a los grupos 2 y 3 expusieron los resultados de su trabajo, llevando a cabo una presentación delante de todos los participantes en el proyecto.
En esta tercera fase llegó el turno del Grupo 4, formado por 3 alumnos con perfiles más humanísticos, que teniendo en mente los datos presentados en las fases anteriores por el resto de sus compañeros, llevaron a cabo una serie de investigaciones individuales basadas en temas de su interés, relacionados con el proyecto Carbon Footprint.
Una vez concluidas dichas investigaciones, los alumnos del Grupo 4 realizaron tres presentaciones individuales para todos los integrantes del proyecto, una por cada uno de los temas investigados y siempre poniendo sus conclusiones en relación con los resultados del análisis del modelo desarrollado en Python. Los temas seleccionados para las presentaciones fueron: «Economía circular», «Agenda 2030» y «Futuro del transporte».
El proyecto Carbon Footprint culminó en un debate final organizado por los integrantes de los grupos 3 y 4. Este debate giró en torno a la siguiente pregunta: «¿Quién tiene mayor influencia para reducir la huella de carbono: el ciudadano o el gobierno?»
Los integrantes del grupo 3 defendieron la tesis de que son los gobiernos quienes tienen mayor influencia, mientras que el grupo 4 tenía la labor de argumentar en favor de la idea de que la responsabilidad recae sobre los propios ciudadanos.
El debate fue enriquecedor para poner de relieve la complejidad de estos temas, y la necesidad de una formación previa y basada en datos como paso preliminar para poder abordarlos de manera crítica y objetiva.
Cabe destacar en este punto que, de no haber sido por el contexto privilegiado que nos brinda el hecho de trabajar con solo 6 alumnos por clase, 30 alumnos en todo el centro, y una excelente ratio de mentores y profesores por alumno, no habríamos podido llevar a cabo un proyecto que requiere un nivel de dedicación, seguimiento y personalización extremadamente minucioso para cumplir con todos sus objetivos.
Podemos afirmar que el proyecto Carbon Footprint ha cristalizado en una experiencia sumamente enriquecedora y gratificante tanto para los alumnos como para el equipo docente, algo que sin duda volveremos a poner al servicio de nuestros alumnos en el próximo curso.
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